En la inmensa geografía
que parece universal
a mis ojos llegaría
un paisaje sin igual.
Era la tierra de gracia
que el Almirante Colón
confundiera con el Asia
por desgracia y maldición.
Y aunque nos dieron la lengua,
y el cura la religión,
los indios mueren de mengua
en todita la región.
El Caquetío es el mito
que corre en el medanal,
mientras la sierra es un hito
del Jirajara ancestral.
A la Curiana llegó
Ampíes solicitado
por un indio que rogó
que se viniera a su lado.
Al llegar es recibido
con Caquetío calor
del Manaure conocido
como cacique mayor.
Dos razones verdaderas
el aragonés tenía:
negociar con la madera,
y la amistad Caquetía.
También fundo la ciudad
de Venezuela primera,
y aunque celosa ya está
Cubagua y Cumana entera;
la que siempre se mantuvo
fue Coro la verdadera.
Los monarcas entregaron
a los Welser la Curiana,
y en pocos días llegaron
a nuestra tierra mariana.
Ampíes que conocía
de aquel negocio alemán
con apoyo Caquetío
tuvo que idear un plan.
En los apuros que iba
con 60 aventureros
se van a Todariquiba
Manaure y sus compañeros.
Nada pudieron hacer
ante la fatalidad
que el alemán hizo ver
empuñando su maldad.
Ampíes es detenido
y a los días desterrado,
todo lo había perdido;
se refugia en Curazao.
Mientras en la tierra firme
todo queda consumado
¡de que me sirve la vida!,
dice el indio resabiado.
Golpeados y encadenados
morían con tal crueldad
que Manaure preocupado
se marcha en la oscuridad.
Con la dignidad herida
trasciende a la eternidad
dándole paso a otra vida:
a un leyenda en verdad.
Es la historia que se escribe
de la Curiana ancestral,
mi querencia es la que vive
en mi Coro colonial.
Así mismo, te he contado,
los hechos de este pasaje
que tiene como legado
nuestro rico mestizaje.
Como homenaje a mi madre
un final con hidalguía:
Darte gracias, hoy y siempre…
¡a ti, mi madre querida,
Por darme desde tu vientre
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